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Carrito

Estamos viviendo un momento de gran relevancia en el proceso cíclico del desarrollo de una nueva consciencia humana. Los eclipses en este eje (cáncer/capricornio) nos invitan a un replanteamiento general en la manera en que nos vinculamos emocional y concretamente con los mundos internos y externos ¿Cómo nos posicionamos ante los cambios estructurales que presenciamos? ¿Qué cualidades estamos llamados a sintonizar y expresar?

El 2 de Julio entre las 15 y las 17 horas (Chile), estamos llamados a conectar con toda la fuerza de la madre tierra y su sabiduría. Este día, el Sol y la Luna se unirán en el 10º de Cáncer, para dar inicio a un gran ciclo emocional y espiritual, que resuena con la vibración del agua y la tierra. Estos elementos, representan en los seres vivos, al mundo emocional y material respectivamente.

El signo de Cáncer representa el origen, la base afectiva de la vida en la cual toda emoción y acción futura se gesta. Es en la vibración de Cáncer donde aprendemos lo que es afecto, conocemos el amor incondicional de una madre y tomamos consciencia de lo que sentimos cuando amamos y somos amados. En el polo opuesto, Capricornio representa la culminación del proceso de socialización, la acción responsable y madura en el campo social, y la necesidad de plasmar algo auténtico en el mundo, que proviene del esfuerzo consciente y sostenido. Si Cáncer es semilla, Capricornio es el árbol en su plenitud.

Eje Cáncer/Capricornio y el cambio de paradigma

Parto por aclarar por qué hablamos de ejes. Si bien el zodiaco está compuesto por doce signos, estos no pueden ser vistos como unidades independientes. Pues justamente lo que la astrología revela, es la intrincada interconexión entre todo lo que existe. Sin embargo, estas interrelaciones siguen cierto orden, cierto patrón. En el caso del zodiaco, los elementos van apareciendo siempre en la misma secuencia: primero fuego, luego tierra, aire, agua y volvemos nuevamente al fuego, hasta completar doce. De esta secuencia se deducen ciertas afinidades elementales, que se muestran en polaridades: Tierra/Agua (energía Yin), Fuego/Aire (energía Yang).
Y si observamos el zodiaco en términos espaciales, podremos ver que hay 12 ámbitos de experiencia, donde el ser humano toma consciencia de sí mismo. Esto es lo que se entiende como el sistema de casas. En cada casa, la consciencia (el Sol) tiene una tarea diferente. Las casas no son lo mismo que los signos, pero se corresponden con ellos, siendo espacios que permiten que la cualidad de cada signo se exprese.

¿Qué simboliza este eje? 

El eje Cáncer/Capricornio representa en este orden un origen y una finalidad. Es el eje vertical del mapa natal, que nos invita a pensar nuestra vida en términos de un proceso constructivo (desde el nacimiento hasta la muerte) de lo que es ser un “ser humano” en equilibrio.

Este eje se relaciona con la manera en que utilizamos lo que nos fue dado para crear algo auténtico en el mundo. Es el eje que define, por ejemplo, cuál es el lugar dentro de nuestras comunidades, qué roles encarnamos o cómo somos percibidos en el mundo social. En términos más profundos, este eje nos enseña a establecer un vínculo con una tierra, una comunidad o cualquier tipo de familia. Nos enseña que la capacidad para ver y sentir al otro, nos pone en diferentes posiciones valóricas, y en consecuencia, en diferentes posiciones y acciones en el mundo.

En Cáncer, y por correspondencia, en la cuarta casa, la tarea es tomar consciencia de todo lo que implica nacer en cierta familia, país, cultura, territorio, enseñanzas, etc. Cáncer es la raíz de lo que somos en potencia, por eso “estar en casa” es estar en uno mismo. Cuando nos abrimos camino desde ese hogar interno, podemos empezar a reconocer qué parte de esa luz infinita vengo a reflejar.

Capricornio es el décimo signo del Zodiaco, y le da la cualidad energética a la décima casa. Tanto la energía del signo, como de la casa, se relaciona con las estructuras concretas y subjetivas que necesitamos para construir cualquier cosa en el plano material. Es un signo de tierra y de acción, relacionado con la materia y sus leyes. En términos espaciales, representa el ámbito de experiencia relacionado con el trabajo, la posición social, y la toma de responsabilidad en el mundo. Desde un punto del desarrollo de la consciencia, este signo representa la capacidad humana de aprender de la propia experiencia, tomar consciencia de su lugar en la trama de interrelaciones, y construir algo auténtico que no es sólo para sí mismo, sino para todos. Pero en un nivel más concreto, simboliza el paradigma imperante, con pilares valóricos tan fuertes, que llegan a ser internalizados por muchas generaciones. En la actualidad, (F. Capra) se ha abierto una grieta en esas firmes estructuras basadas en ideas y valores que nos enseñaron una visión del universo como un juego mecánico compuesto por piezas independientes, el cuerpo como una máquina, la sociedad como un campo de batalla por la existencia, la creencia del progreso ilimitado, la primacía del hombre sobre la mujer como algo “natural” y tantos otros ejemplos, que hoy muestran su roídas raíces.

Este signo comenzó un gran ciclo de cambio el año 2008, cuando Plutón entró después de 248 años de ausencia. Este planeta, simboliza en nuestro mapa la potencialidad que todos traemos, si nos atrevemos a transformarnos de adentro hacia afuera de manera radical. En términos arquetípicos, representa el rito de paso, que toda alma y todo ego deben transitar, para conocer una parte más profunda y poderosa de sí misma. Este proceso de conexión con lo que antes estaba en sombra, puede ser muy doloroso, pero la promesa es el renacimiento total. Por otro lado, representa el poder en todas sus formas, que en Capricornio toma la forma de poder económico y sociopolítico. Por lo tanto, su entrada en el signo resignifica estos conceptos y abre una nueva dimensión de experimentación de esa cualidad. La última vez que Plutón entró a Capricornio fue en el año 1762, el mismo año Jean Jacques Roussou publica “El Contrato Social”, base filosófica del Liberalismo y uno de los incitadores teóricos de la Revolución Francesa. No es casual que a partir del año 2008, comienzan a evidenciarse las verdaderas tramas de poder entre la iglesia, los poderes fácticos y las corporaciones.

Más recientemente (fines del ’17), entró en el espectro capricorniano otro planeta de gran poder, que además es su regente. Saturno, quien no estaba ahí desde 1988, ahora está a pocos grados de diferencia de Plutón. Estas energías unidas las podemos visualizar como fuerzas de reestructuración, que junto a Urano en Tauro, toman fuerza de la tierra para despertar una nueva conciencia ecológica, que por supuesto, abarca mucho más que al ser humano, incluso más allá del sistema solar.

En palabras de F. Capra “Cuando el concepto de espíritu es entendido como el modo de consciencia en el que el individuo experimenta un sentimiento de pertenencia y de conexión con el cosmos como un todo, queda claro que la percepción ecológica es espiritual en su más profunda esencia”.

Los eclipses en este eje movilizan nuestra capacidad de adaptación a la forma que está tomando la consciencia colectiva que, desde el 2008, pero particularmente, desde el 2011, está abriéndose a un nuevo sentido de pertenencia, nuevas maneras de vivir la espiritualidad y nuevos valores colectivos. Pero como en todo cambio de paradigma, es un largo proceso que a lo largo del camino encontrará muchas resistencias.

¿Qué es un eclipse? ¿Y por qué son relevantes para la astrología?

En términos concretos (desde la perspectiva terrestre), es una alineación entre el Sol y la Tierra, la Luna y sus nodos (puntos matemáticos de intercepción entre estos astros). El Nodo Sur de la Luna representa un origen, un pasado, por lo tanto, un conjunto de hábitos. En el otro polo, el Nodo Norte, representa una misión que atraviesa toda experiencia, un punto de llegada para el alma. Quizás es por eso que se nos presenta como el punto de mayor resistencia, porque para transitarlo debemos dejar la comodidad, las excusas y hacernos cargo de las consecuencias de nuestras acciones. En resumen, los nodos representan un camino evolutivo, que de ser integrado, nos conecta con la unidad que somos y hemos olvidado.

El Nodo Norte no visitaba Cáncer desde el año 2000, lo que cierra grandes procesos emocionales que comenzaron en los eclipses de ese año. Cuando miramos hacia atrás, podemos visualizar la magnitud de los cambios entre cada ciclo nodal.
En su danza cósmica, se encuentran unas pocas veces al año, y nos permiten sintonizar e incluso afinar nuestra energía vital, nuestras emociones y nuestro cuerpo físico, con el pulso evolutivo del universo.

Es parte de nuestra toma de consciencia como seres solares y lunares, el valorar su sincrónica danza, porque sin ella simplemente no existiríamos.

Ahora, simbólica y energéticamente hablando, los eclipses contienen una gran potencia de transformación. El eclipse en sí mismo, no es un evento de características mágicas, que producirá cambios o alteraciones en el clima, ni en la vida de las personas necesariamente, sino una potente alegoría que tenemos la opción de tomar o no. Es una metáfora de cómo lo lunar-receptivo se une y ensombrece a lo solar-activo, o vice-versa, resaltando la importancia de conectarnos con una parte de nosotros mismos que es más vulnerable y sensible, y por lo tanto, más empática y abierta a integrar al otro y su diferencia. Así como también, la necesidad de tomar consciencia de nuestro pasado y presente, y hacernos cargo de las situaciones estancadas o limitantes, para construir el futuro que resuena con nuestro verdadero propósito.

Los eclipses nos recuerdan que la espiritualidad es aquí y ahora, encarnados, y se refleja en acciones concretas. El eje que se eclipsa en nuestra carta natal, es el lugar o ámbito de vida donde estaremos llamados a poner en práctica una manera más coherente y sabia de vivir. La gran oportunidad que nos ofrecen, es sincronizar nuestro propósito consciente con los valores colectivos del alma, y de esta manera ser parte de un nuevo orden social, donde esos valores y cualidades se puedan expresar en nuestro cotidiano.

El íntimo encuentro entre el Sol y la Luna

Los eclipses de Sol son especialmente potentes, pues ocurren en Luna Nueva, cuando ambos principios se encuentran alineados en una misma energía. Si además están en conjunción a uno de los nodos, más evidente se hace esta cualidad ante nosotros. Pareciera que la dualidad se disolviera por instantes y todo se funde en unidad. Por unos minutos, no es de día, tampoco de noche, es la unión de los opuestos. Cuando ocurren estas alineaciones, son oportunidades para sentir que nuestra fragmentación interna se desvanece y nos permite plantearnos un nuevo comienzo, más íntegro y sincero.

El Sol y la Luna representan la polaridad primordial, los aspectos conscientes y subconscientes de la totalidad. De esta manera, los arquetipos que simbolizan estos planetas, y el eje de signos donde se encuentran, se activan en nuestro campo de observación y se produce la posibilidad de ‘darnos cuenta’ de algo que tal vez siempre estuvo ahí, pero que antes no éramos capaces de ver. Hay personas cuya sensibilidad les permite percibir alteraciones en sus cuerpos físicos o psíquicos durante los días que anteceden o siguen a los eclipses. Pero esto no es porque los astros en sí estén ejerciendo una fuerza externa sobre éstos, sino por resonancia (como ocurre con los cuencos en una sonoterapia, por ejemplo). Nuestros cuerpos sutiles son mucho más sensibles a estas energías, por lo tanto, debemos prestar atención a sus manifestaciones (sueños, intuiciones, dolencias, emociones descontroladas, rabias inesperadas, etc). La invitación es a observarlas, respirarlas y no juzgarlas como bueno o malo. Simplemente saber que están ahí y son parte de ti.

La Luna representa los aspectos femeninos, el Yin, así como también la seguridad emocional, cómo y porqué nos sentimos cómodos, amados y nutridos. El Sol, por su parte, representa la cualidad Yang, masculina, el ego que integra en su centro todos los principios planetarios. Por lo tanto, se nos presenta como misión, como una meta, y no como un lugar dado, como muchos creen. Cuando Sol y Luna están en el mismo grado se forma la Luna Nueva. Los antiguos nos enseñaron a observar la cualidad del tiempo y ese período de la lunación nos habla de ese momento donde algo acaba y algo nuevo comienza. Este mes, los vaivenes planetarios nos hablan del inicio de una nueva forma de habitar el tiempo y el espacio. Nos pide minutos de consciencia diaria, instantes de presencia alineados unos con otros. En consecuencia, uno de los mayores desafíos de este tiempo, es tomar contacto con la humildad, con esa capacidad de aceptación total de la realidad que nos circunda. Porque no puede haber cambio si antes no hubo aceptación. Así como también, la apertura a construir nuevos y más auténticos vínculos con todos aquellos con quien nos atraemos por sintonía emocional.

Los nodos de la Luna, nos llaman a elevar la vibración energética de la cualidad (signo) en el ámbito de experiencia (casa) donde transitan.

En los tiempos de eclipses, nos abrimos a nuevas percepciones sobre lo que es ser y pertenecer a este hermoso planeta azul. Este eclipse, al estar alineado con las más altas vibraciones del eje Cáncer/Capricornio, nos sintoniza con el ser terrestre y natural que somos. Es ella, la gran madre naturaleza, la que nos acoge y enseña con su infinita respiración lo que es el amor incondicional. Nos enseña, por ejemplo, que el tiempo no sólo nos habla de cantidad, sino también de cualidad, de proceso. Es esa cualidad que surge del cuidado diario, de la atención puesta al servicio de algo mayor (hijos, familia, un hogar, etc).

No olvidemos que en el contexto planetario de este eclipse, el elemento tierra es uno de los protagonistas, que entre otras cosas, nos da el sentido de tiempo cronológico, sentido de realidad y todo lo relacionado con el plano material. Desde esta cualidad, Saturno, Urano y Plutón, nos enseñan que la estructura y la firmeza no son equivalentes a la fuerza bruta y la lucha violenta por el poder, pues la manera en que la humanidad se relaciona con estas energías está cambiando radicalmente. Estas energías, desde sus vibraciones más elevadas, nos permiten ver el infinito amor que contiene cualquier disciplina, pues sólo se puede sostener, nutrir y hacer crecer aquello que se ama.

Este tiempo nos quiere presentes y activos en aquello que mejor sabemos hacer (que no es necesariamente lo que estamos haciendo). Sobre todo, nos quiere conscientes de la importancia de darnos amor y cuidado a nosotras mismas. El año 2020 habrá una triple conjunción entre Júpiter, Saturno y Plutón en el signo de Capricornio. Esto nos invita a una profunda resignificación de lo que entendemos y vivimos como realidad y poder. Es parte de un largo proceso de cambio de paradigma, que revoluciona nuestra manera de comprendernos como seres humanos, y que ahora, evidencia la enorme polarización en la que hemos vivido los últimos siglos.

El nodo Norte en Cáncer nos pide que elevemos esta vibración en nosotros a su más alto potencial. Cada cual sabrá qué estructuras limitantes tendrá que superar y a qué está dispuesto a trabajar dentro de sí. Cada uno de nosotros, tiene en sus manos la responsabilidad de dar cuerpo a las nuevas estructuras vinculares y sociales que queremos legar a las próximas generaciones.

Esperando que esta información les ayude alinearse con las energías del cielo, me despido y les deseo un potente y vitalizante nuevo comienzo!

Mónica Sagredo G

*Referencia bibliográfica: Fritjof Capra, «La trama de la vida». Nueva York. 1996.