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Carrito

Este martes 19 de Febrero, el Sol comenzó su tránsito por el signo de Piscis. Éste, es el último signo del Zodiaco, por lo tanto, siempre que el Sol o algún planeta transita por aquí, activa en nosotros la necesidad de reflexionar, sentir profundo y dar cierres a procesos emocionales. Sobre todo este año, que el mes de Piscis comienza con una luna llena en Virgo.

La Luna Llena, siempre nos plantea una polarización de energías, que en este caso, se expresa como una oposición entre lo que percibimos concretamente desde los sentidos o una racionalidad práctica y lo que percibimos de manera subjetiva, abstracta y desde los particulares lugares emocionales, desde donde nos movemos.

El Sol, que simboliza el principio Yang, la autoexpresión creativa, el camino de la toma de consciencia, entre otros, transita por el último signo del zodiaco, y nos habla del fin de un periodo de 12 meses donde recorrió la rueda completa, pasando por todos los elementos y cualidades. Es decir, lo que nos plantea la experiencia Piscis es realizar una síntesis y abrirnos a la vivencia de estar en comunión con todo lo que existe, con todo lo que es. Claro que esta experiencia es “filtrada” por nuestros particulares cuerpos, historias, territorios, etc.

Durante este tránsito, el Sol se encuentra con Neptuno, el planeta que nos invita a una experiencia transpersonal, donde las barreras que nuestro ego construye, comienzan a disolverse para dar paso a una experiencia de carácter universal. No sin antes, pasar por diversas experiencias concretas (Virgo), que van aportando alimento a esa consciencia primaria, desde donde partimos.

Mercurio, el regente de Virgo, transita por este signo desde el 10 Febrero y excepcionalmente, se quedará hasta 17 de Abril, por causa de su movimiento retrógrado entre el 5 y el 27 de Marzo.

Esta conexión entre el Sol, Mercurio y Neptuno, que se puede expresar en múltiples formas, que a veces, pueden vivirse como contradictorias o paradójicas. No sólo porque nos plantea la unión de la expresión singular (Sol), la mente lógica (Mercurio) y la sensibilidad a lo inabarcable y compartido (Neptuno). Sino también, porque ocurre en el signo de Piscis, el signo de la trascendencia y la espiritualidad, que son palabras vacías cuando no se ponen en práctica. La mente consciente, representada por el Sol, se puede confundir entre tantos estímulos y sensaciones neptunianas. Aunque, desde otra perspectiva, la energía mutable de este signo puede permear algunas capas superficiales de los que llamamos el Yo y ayudarnos a comprender la vida desde el sentido y la misión colectiva que nos plantea. Por supuesto, aquí siempre tenemos la elección de inclinarnos hacia uno u otro lado de la balanza. En síntesis, estos planetas nos plantean abrir la cabeza y el corazón, aunque eso signifique sacrificar lo más valioso que creemos tener, la idea que nos hicimos acerca de quién éramos.

A nosotros, los seres humanos, la vida se nos presenta desde la polaridad. Nos somos capaces de comprender y abarcar el Uno, porque no nos vemos, sino es en contraste con otros. Fondo y forma hacen el uno, pero aquí ya comenzamos desde una separación. Una de las polaridades más obvias en las que vivimos, es la que se da entre el cuerpo y el alma, o dicho en otras palabras, entre el cuerpo físico y el cuerpo emocional. Por lo tanto, es natural tener un ego ligado a una identidad determinada, porque nos limita del todo, nos “impone” ciertas experiencias vitales para comprender lo que no se ve, lo que está detrás de lo objetivo y poder definirnos.

Es la tierra la que nos da la capacidad de definirnos y encarnar el espíritu en forma. La tierra, en tanto elemento, se concreta en un cuerpo, en los objetos, y también, en toda experiencia compartida con otros. Virgo, donde transita la Luna, representa esa experiencia terrenal, la del Yo que al conocerse a sí mismo, comprende que es parte de un todo, y discierne a cada momento, qué luz quiere ser en el mundo. Esta luz, son sus actos. Ahora, que su regente está en Piscis, es un tiempo propicio para sensibilizarnos desde nuevas perspectivas, en cómo podemos potenciar nuestras cualidades para aportar a la evolución colectiva.

Esta energía nos quiere despiertos y dispuestos a elegir desde la experiencia personal, pero afirmando los valores universales que nos guían. Discernir, es la capacidad para evaluar a cada momento, cómo se quiere vivir “la realidad”. Es decir, tenemos la opción de juzgar un hecho automáticamente, usando nuestro sistema de creencias aprendidas (generalmente en la infancia) o poner consciencia en sentir, comprender, situarse en, el instante, y definir qué es lo que sentimos, pensamos y concluimos frente a esa situación particular. Esta es la práctica que nos propone el eje Virgo/Piscis. Es también la energía de la Templanza, el arcano XIV, que nos dice: sólo la disciplina asienta un cambio verdadero. La tarea de cada uno entonces, será revisar cuánto de trabajo real hacemos frente a los anhelos del alma. En este camino, el tránsito de Quirón en Aries, que recién comienza, nos invita a trabajar con sanador ahínco sobre nuestra autoconfianza, autodisciplina y fuerza de voluntad.

Somos un reflejo del cielo, somos el cosmos que logramos percibir.